Dando continuidad a este proyecto compartido por las áreas de EMOCREA, Educación en Valores, AICLE, Religión y las tutorías de Infantil, incardinado en el Plan de Acción Tutorial y el Plan Lector del Centro, el hallazgo en clase de un pergamino
en un frasco de cristal condujo al alumnado de 3, 4 y 5 años y al de los cuatro primeros niveles de Primaria a La Clase de las Estrellas,
preparada, en esta ocasión, para dar cabida en ella a las profundidades marinas y a una sirena de brillante cola que custodiaba un nuevo tesoro: El pez Arcoíris, de Marcus Pfister, célebre texto que lleva a reflexionar sobre la amistad y la importancia de la empatía, la generosidad, el apoyo y la capacidad de compartir como actitudes sobre las que esta se cimienta.
preparada, en esta ocasión, para dar cabida en ella a las profundidades marinas y a una sirena de brillante cola que custodiaba un nuevo tesoro: El pez Arcoíris, de Marcus Pfister, célebre texto que lleva a reflexionar sobre la amistad y la importancia de la empatía, la generosidad, el apoyo y la capacidad de compartir como actitudes sobre las que esta se cimienta.
Sumergidos en este análisis, reconocimos lo difícil que, especialmente a nuestra edad, puede resultar compartir, una capacidad que va madurando progresivamente a la luz del modelado social a partir del que nos desarrollamos, y cuyo reconocimiento se nos antoja fundamental en el proceso de comprensión y respeto bajo el que se ha de dar la interacción con nuestros iguales.
Pepincho, el tierno erizo protagonista de Si yo tuviera una púa, de Eva Clemente y Teresa Arias, parte, también, del tesoro de la sirena, nos enseñó, en este sentido, a rehusar con asertividad aquellas invitaciones a compartir para las que aún no estamos preparados o que no nos es posible o apetece llevar a cabo en un momento dado.
Finalmente, la sirena guardaba para nosotros/as un regalo más: un precioso y gran pez, aunque vacío de colores, que cada grupo participante llevó a clase para darle vida a través del dibujo, la pintura, las texturas, las palabras y las emociones.
Poco a poco, compartiendo con generosidad, cariño y dedicación nuestro tiempo, creatividad y esfuerzo, los peces fueron llenándose de color, recogiendo en sus brillantes escamas las cualidades positivas que cada uno/a deseaba compartir con su compañero o compañera de otro nivel.
Una mañana, un nuevo pez apareció en clase. Sus escamas contenían preciosos mensajes para cada uno de nosotros/as.
Al día siguiente, algo nerviosos/as, pero infinitamente felices y agradecidos/as, pudimos reencontrarnos con nuestros compañeros/as durante la celebración de Carnaval realizada en el Cole.
En este viaje hemos comprendido el valor de la amistad y la importancia de compartir, pero, sobre todo, la necesidad de empatizar y respetar nuestras propias decisiones, expresadas con asertividad, y las decisiones de quienes nos rodean como base sobre la que se sustenta dicha relación de afecto.
¡Llenemos de color nuestra vida y seamos color para otras vidas!