Participando, aprendemos a dialogar como iguales, a compartir y a ser responsables, superándonos a nosotros mismos. La participación forma personas fuertes y con alas.
Un enfoque educativo de educación en derechos de infancia que incorpora procesos de participación auténtica contribuye a afianzar la identidad del alumnado, a impulsar su confianza y sienta las bases de valores como la responsabilidad, la ciudadanía global, la democracia, el espíritu crítico y el respeto a los demás.